FRENTE A LA COYUNTURA ACTUAL, ES NECESARIO CONOCER LA TOLERANCIA DE LOS COSTARRICENSES A LOS RIESGOS FINANCIEROS
Por
Lic. Gabriel Leandro, M.B.A.
Economista
Durante los últimos años en Costa Rica se ha venido presentando una fuerte dolarización del sistema bancario, lo cual ha alertado a las autoridades económicas nacionales, por los riesgos que esto puede implicar para el sistema financiero. Gran parte de la cartera de crédito de los bancos, tanto estatales como privados, corresponde a créditos en dólares, muchos de los cuales han sido concedidos a personas o empresas cuyos ingresos son en colones. Según datos del Banco Central de Costa Rica aproximadamente el 57% del crédito correspondía a préstamos en dólares a diciembre del 2003. A pesar de algunos intentos por revertir esta tendencia, persiste esta fuerte “dolarización” del crédito. Claro está que en la economía nacional se presentan algunos factores que incentivan este comportamiento, entre los que destaca la amplia diferencia de tasas de interés en colones y dólares, lo cual, aun cuando se ajuste por la devaluación esperada, ofrece un premio por endeudarse en la divisa extranjera.
Tal como se mencionó anteriormente, toda esta situación ha introducido un importante factor de riesgo ante la posibilidad de alguna devaluación importante, lo cual generalmente es llamado “riesgo cambiario”, el cual consiste en la posibilidad de tener pérdidas por causa de fluctuaciones desfavorables en las tasas de cambio. Sin embargo también se presenta otro elemento de riesgo adicional, el cual no está relacionado con el tipo de cambio sino con las de tasas de interés. Este último riesgo ha sido poco mencionado hasta ahora en los medios nacionales, sin embargo, ante los posibles incrementos de las tasas de interés en Estados Unidos, como consecuencia de la recuperación de su economía y una política monetaria anti-inflacionaria por parte de la Reserva Federal, se introduce otro factor de riesgo para todos aquellos que poseen algún crédito en la divisa norteamericana.
Ahora bien, aunque los bancos han tenido la disposición de prestar en dólares, las personas y las empresas también han demandado este tipo de créditos, asumiendo así, ambas partes, un importante riesgo financiero, es decir enfrentando una mayor posibilidad de enfrentar alguna pérdida financiera. No sólo el sistema financiero ha incurrido en un riesgo, sino también los consumidores y los negocios, ante lo cual también cabe preguntarse, ¿hasta dónde todas estas personas y empresas están conscientes del tipo de riesgo en que han incurrido? En otras palabras, ¿hasta dónde es posible que haya mucha gente que piense que la devaluación será de 10% todos los años, que las tasas de interés en dólares seguirán siendo igualmente bajas y que el país siempre dispondrá de suficientes divisas para hacer frente a sus pagos en moneda extranjera?
En este sentido es necesario conocer de qué manera las personas y los gerentes de las organizaciones perciben el riesgo en sus decisiones financieras. En este sentido, en otras naciones se han realizado algunos estudios para conocer esa percepción sobre el riesgo que tienen los individuos en general y también de acuerdo con distintos niveles de ingreso, edad, ocupaciones, etc. En este sentido Cordell (2001) presentó un marco de 4 componentes para evaluar la “tolerancia” al riesgo de los individuos, y aunque la mayor parte de los estudios se enfoca en el comportamiento de los inversores, muchas de sus conclusiones también podrían aplicarse al caso en que las personas sean deudoras.
Estos cuatro componentes de la tolerancia al riesgo son propensión, actitud, capacidad y conocimiento, los cuales se describen brevemente a continuación:
- Propensión: este componente se refiere a las decisiones financieras, por ejemplo el deseo de especular de las personas. Tal es el caso de una persona que prefiera realizar más inversiones en acciones que en bonos, de modo que obtendrá una mayor razón de activos riesgosos a activos poco riesgosos.
- Actitud: este otro componente hace referencia más bien a la disposición a incurrir en riesgos monetarios, por ejemplo cuando se toma un elevado riesgo esperando obtener elevadas ganancias, como en las apuestas.
- Capacidad: corresponde a la habilidad para incurrir en riesgos, y se considera que está determinada por la fase del ciclo de vida de la persona, de sus metas y el horizonte de las inversiones. Así las personas más jóvenes están más en busca de adquirir un automóvil o una casa, o en la manera de financiar sus propios estudios, que los de más edad, los cuales podrían pensar más en su pensión, etc.
- Conocimiento: este último componente se refiere a la comprensión que las personas poseen del riesgo, de la relación riesgo-rendimiento y otros factores relevantes. Esto determina su capacidad de tomar decisiones consistentes con sus metas financieras.
Desde esta perspectiva valdría la pena analizar, y habría que hacer un estudio al respecto, cuál es la propensión, la actitud, la capacidad y el grado de conocimiento con respecto al riesgo que tienen los costarricenses. Por ejemplo, alguien que está dispuesto a financiar su vivienda, su automóvil u otros activos, e inclusive gastos, a través de créditos en dólares, con ingresos en colones, los cuales no siempre son suficientemente elevados, demostraría una cierta propensión y actitud favorable a tomar riesgos, lo cual podría resultar en una insuficiente capacidad para hacer frente a un entorno adverso. Todo lo anterior probablemente refleje también, una comprensión del riesgo relativamente limitada.
Siendo Costa Rica un país cuyo sistema financiero no ofrece suficientes alternativas para realizar una adecuada gestión del riesgo financiero, pues no existe un mercado de derivados, entonces muy probablemente hay muchas empresas que han incurrido en riesgos cambiarios elevados, pero que no están en capacidad de hacerles frente, ya que no disponen de medios de cobertura. Igualmente cabría preguntarse acerca de la propensión, actitud, capacidad y conocimiento del riesgo de sus gerentes.
En términos generales, vale la pena realizar un esfuerzo no sólo por establecer normas que regulen este tipo de actividades bancarias, sino también es importante educar a las personas con respecto al riesgo y asesorarles debidamente, de modo que sea posible presentarles las decisiones financieras de un modo que la gente ordinaria pueda comprender e implementar (Bodie, 2003). Este punto de vista es respaldado por diversos investigadores como Korn (1999), Schooley (2003), Elger (2004), entre otros.
Por otro lado también, como lo sugiere Kulbieda (2003), la coyuntura actual, de bajas tasas de interés, puede ser una oportunidad para que las instituciones financieras ayuden a personas y empresas a mejorar su situación financiera, y además podría ser la posibilidad de empezar a desarrollar en Costa Rica herramientas para la gestión del riesgo, tales como los futuros, los swaps y otros derivados. La necesidad y probables beneficios de estas herramientas ha sido percibida ya desde hace varios años (Leandro, 1996), y por tanto valdría la pena considerar la posibilidad de hacerlo ahora.
Referencias bibliográficas:
- Bodie. Thoughts on the future: Life-Cycle Investing in theory and practice. Financial Analysts Journal. Enero/febrero 2003.
- Cordell. RiskPACK: How to evaluate risk tolerante. Journal of Financial Planning. Junio, 2001.
- Delgado. Dolarización aún crece, pero menos. El Financiero. 15-21 de marzo del 2004.
- Elger. Personal Financial Planning as Personal Risk Management. Journal of Financial Service Professionals, enero 2004.
- Korn. Hearts, Mind & Money: Planners are more effective when they understand financial motivation, Their clients´ and their own. Financial Planning, febrero 1999.
- Kulbieda. Interest-rate risk management tools: more useful than ever. Hudson Valley Business Journal, Abril 7, 2003.
- Leandro. Desarrollo de un mercado de futuros de divisas en Costa Rica. Tesis de Grado, Universidad Latina de Costa Rica, 1996.
- Schooley. Worden. Generation X: Understanding their risk tolerance and Investment behavior. Journal of Financial Planning, Setiembre, 2003.
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Leandro, Gabriel (2000). El entorno de la organización. Recuperado el 15 de junio de 2004, de http://www.auladeeconomia.com/articulos5.htm