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Las Implicaciones Económicas de la Guerra

Por Lic.Gabriel Leandro, MBA

 

Introducción:

La guerra, a lo largo de la historia de la humanidad, ha sido un fenómeno recurrente que ha impactado de manera grave a prácticamente todas las naciones, sociedades y economías del planeta. Más allá de las devastadoras consecuencias en términos de pérdidas humanas, destrucción física y el efecto social y psicológico, la guerra también tiene profundas implicaciones en la economía de los países involucrados y de la comunidad internacional en su conjunto. El análisis de las consecuencias económicas de la guerra es un tema de suma importancia, ya que proporciona una visión clave de cómo estos conflictos afectan no solo la prosperidad presente, sino también el futuro de las naciones y la estabilidad global.

El siglo XX fue testigo de numerosos conflictos y guerras a nivel global y regional, tales como la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la Guerra Civil Rusa (1917-1923), la Guerra Civil Española (1936-1939), la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la Guerra de Corea (1950-1953), la Guerra de Vietnam (1955-1975), la Guerra Fría (1947-1991), la Guerra de Suez (1956), la Guerra de los Seis Días (1967), la Guerra de Yom Kippur (1973), la Guerra de Afganistán (1979-1989), la Guerra Irán-Irak (1980-1988), la Guerra de Bosnia (1992-1995) y la Guerra de Kosovo (1998-1999), por solo mencionar algunas. Y en este sentido, lamentablemente, el siglo XXI no se está quedando atrás, pues ya se contabilizan múltiples conflictos militares, tales como la Guerra en Afganistán (2001-2021), la Guerra de Irak (2003-2011), el conflicto en Ucrania (2014-presente), la Guerra Civil Siria (2011-presente), el conflicto en Yemen (2015-presente), la Guerra contra el Estado Islámico (2014-presente), la Guerra en Libia (2014-2020), el conflicto en Mali (2012-presente), el conflicto en la República Centroafricana (2012-presente), y el conflicto israelí-palestino que no pareciera terminar jamás. Urdaneta–Carruyo (2005) señala, con respecto al número de muertes en las guerras que “exclusivamente en el siglo XX se registraron cuatro veces más muertes que en los 400 años anteriores, porque las guerras son ahora espectacularmente más mortíferas y devastadoras”.
Los países latinoamericanos también se han visto involucrados en diversos conflictos, tales como la Revolución Mexicana (1910-1920) y luego la guerra contra el narcotráfico iniciada en el 2000 y que hasta la actualidad ha generado miles de muertes. Luego encontramos guerras civiles en Guatemala (1960-1996), El Salvador (1980-1992), Nicaragua (1978-1990), la Revolución Cubana (1953-1959), los conflictos armados en Colombia (que inician en la década de 1960), el Golpe de Estado en Chile (1973), los conflictos armados en Perú en la década de 1980, y la Guerra de las Malvinas (Argentina, 1982), entre otros. A pesar de la relativa paz de las últimas décadas, los países de América han incrementado sus gastos en defensa. Solo en 2021 la región destinó unos US$56,256 millones por ese concepto (Vallejo, 2022).

La guerra conduce a la destrucción de la infraestructura física y social de los países, lo que tiene implicaciones económicas significativas. La destrucción de carreteras, puentes, fábricas, hospitales y escuelas puede dificultar la producción y obstaculizar la distribución de bienes y servicios, lo que afecta la economía en múltiples niveles. La pérdida de capital humano y la emigración de trabajadores también pueden debilitar la capacidad productiva de una nación.

La importancia de estudiar las implicaciones económicas de la guerra radica en su capacidad para alterar de manera significativa y a menudo duradera la estructura económica de un país. Esta alteración puede manifestarse a través de múltiples maneras, desde la reorientación de la actividad económica hacia la industria de defensa hasta la redistribución de recursos, la destrucción de infraestructura y el aumento de la deuda, entre otros impactos.

En este artículo, exploraremos en detalle las consecuencias económicas de la guerra, desde el impacto en la estructura económica hasta el desplazamiento de población, la inflación y la deuda. A través de ejemplos históricos y datos actuales, examinaremos cómo la guerra ha influido en la economía de diferentes países y cómo estos efectos se han traducido en desafíos y oportunidades económicas. Comprender las complejas interacciones entre la guerra y la economía es esencial para entender muchos de los conflictos militares y geopolíticos de la actualidad.

I. Gastos militares y la industria de defensa:

No es necesario argumentar mucho para saber que durante los periodos de guerra se presenta un aumento de los gastos militares y que esto puede tener un impacto significativo en la economía de un país, aumentando tanto el Producto Interno Bruto (PIB) como el empleo. Esto se debe a varias razones clave, entre las que destaca que el gasto militar estimula la demanda agregada. Es decir, el gasto militar representa una inyección directa de demanda en la economía, ya que el gobierno adquiere una variedad de bienes y servicios, incluyendo armas, municiones, equipos militares, vehículos y suministros. Este aumento en la demanda agregada estimula la producción y la inversión en la industria de defensa. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos gastó aproximadamente el 42% de su PIB en gastos militares  (Cypher, 2015). Esto impulsó la producción de armamento y equipos bélicos, lo que a su vez creó empleo en la industria de defensa y en empresas relacionadas.

En un artículo del Fondo Monetario Internacional se señala que el gasto militar, en promedio, absorbió aproximadamente 6,5% de los presupuestos públicos de todo el mundo en 2019 (Clements B., 2021). Aunque los autores de ese artículo señalan que desde el final de la guerra fría en 1990, los gastos en defensa han disminuido, tanto como porcentaje del gasto público como del producto total de la economía (PIB), la realidad es que el conflicto militar en Ucrania a partir de febrero de 2022 parece haber cambiado este panorama. Solo Estados Unidos habría destinado un presupuesto militar de US$782 mil millones en 2022 (Fram, 2022) y un monto cercano correspondería a 2023.

El siguiente gráfico se elaboró con base en datos del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, y muestra una tendencia creciente en los montos destinados al gasto militar en Estados Unidos, China, Rusia y los países miembros de la OTAN durante casi todas las décadas a partir de 1950, tal vez solo con la excepción de los años 90s.

gráfico1

Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:U.S_-_China_-_Russia,_Military_Spending.svg

Gran parte de esos gastos se emplean en la investigación y desarrollo tecnológico, pues los conflictos militares impulsan el desarrollo de nuevas tecnologías en áreas como la electrónica, la aviación, la comunicación y la medicina. Estos avances, posteriormente, pueden tener aplicaciones civiles y contribuir al crecimiento económico a largo plazo. Distintos investigadores han determinado las contribuciones de la industria militar al crecimiento económico, especialmente de Estados Unidos (Cypher, 2015). Un claro ejemplo fue la Guerra Fría, la cual estimuló la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Como resultado, se desarrollaron numerosas tecnologías, como la navegación por satélite y la fibra óptica, que posteriormente se aplicaron en la industria civil y contribuyeron al crecimiento económico (Hajdarbegovic, 2023).

También, este gasto militar fomenta el empleo en la industria de defensa, incluyendo ingenieros, científicos, técnicos, y personal de fabricación. Esto no solo crea empleo directo en el sector de defensa, sino que también respalda empleos indirectos en la cadena de suministro. Nuevamente, la Guerra Fría es un buen ejemplo, pues la industria de defensa también empleó a un gran número de personas en Europa occidental, como en el Reino Unido y Alemania, ya que estos países eran aliados de la OTAN y colaboraban en la producción de equipo militar.

Ahora bien, en línea con lo anterior, cabe señalar que el gasto público, incluido el gasto militar, posee un efecto multiplicador en la economía. Cuando el gobierno gasta dinero en la industria de defensa, las empresas proveedoras y los trabajadores en ese sector ven aumentar sus ingresos. Estos ingresos adicionales se gastan en otros sectores de la economía, lo que a su vez estimula la demanda en esas actividades y crea empleos adicionales, beneficiando al conjunto de la economía, especialmente cuando la guerra se da en sitios alejados del país. Así, por ejemplo, durante la Guerra Fría (1947-1991) los Estados Unidos continuaron invirtiendo en su industria de defensa para mantener una capacidad militar sólida. Esto no solo impulsó la economía de la industria de defensa en sí, sino que también tuvo efectos multiplicadores en su economía en general.

En decir, el gasto militar puede aumentar el PIB y el empleo debido al estímulo de la demanda, fomenta la inversión en investigación y desarrollo, y la creación de empleo en la industria de defensa, además del efecto multiplicador que el gasto posee sobre la economía. Estos impactos pueden ser significativos e incidir de manera importante en la dinámica económica de los países.

II. Destrucción de infraestructura:

En la sección anterior mencionamos los aspectos que tal vez podrían considerarse como “positivos”, por lo que ahora procedemos a detallar los principales impactos económicos de la guerra, que son sumamente negativos para los países y la humanidad en general. Así, hay que señalar uno de los efectos devastadores de la guerra es la destrucción de infraestructura, que abarca desde carreteras y puentes hasta edificios e instalaciones industriales. Esta destrucción tiene consecuencias económicas significativas. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, muchas ciudades europeas fueron devastadas por bombardeos y combates terrestres, como fue el caso de ciudades como Londres, Varsovia y Berlín, que sufrieron daños sustanciales.

Es posible citar muchos otros ejemplos, tal como la guerra en los países de la antigua Yugoslavia entre 1992 y 1995, pues durante este conflicto en los Balcanes, hubo una destrucción generalizada de infraestructura, incluyendo carreteras, puentes, edificios y servicios públicos (BBC News, 1999). Igualmente, la guerra de Irak resultó en la destrucción de una parte significativa de la infraestructura iraquí, incluyendo carreteras, puentes, instalaciones petroleras y eléctricas. Siria desde 2011 ha experimentado una destrucción masiva de infraestructura durante su prolongado conflicto, incluyendo la destrucción de ciudades enteras, hospitales y escuelas.

III. Desplazamiento de Población y Presión en los Sistemas Sociales:

En esta sección hablaremos de uno de los impactos tanto económicos como sociales más importantes, pues el desplazamiento de poblaciones debido a conflictos militares puede tener impactos significativos tanto en los países de origen de los migrantes como en los países de acogida. Esto también ejerce presión en los sistemas sociales de ambas partes.

Con respecto a los impactos en los países de origen hay que señalar, en primera instancia, la pérdida de mano de obra, pues debido a los conflictos militares, parte de la población huye, de modo que los países de origen pueden enfrentar la pérdida de una porción de su fuerza de trabajo, lo que afecta negativamente la producción y el crecimiento económico. Por ejemplo, durante la Guerra Civil de El Salvador, de 1979 a 1992, la migración interna de salvadoreños entre distintos de sus municipios, además de las migraciones a otros países, afectaron su propia economía y su misma sociedad (Morán Mendoza).

Luego, la huida masiva de población, además del impacto directo de la guerra (personas heridas y daños a los sistemas de aguas, energía, etc.) provocaría una importante presión sobre los sistemas sociales, o sea, en los sistemas de atención médica, educación y servicios públicos en los países de origen de las migraciones, que son aquellos que más sufren, pues es donde precisamente ocurre el conflicto militar. Esto se ha evidenciado durante la Guerra en Siria desde 2011, donde, según la ACNUR, 5.2 millones de personas se han refugiado en países vecinos, 6.8 millones corresponden a desplazados internos y más de 15 millones necesitan protección y asistencia sanitaria, por lo que los sistemas de salud y educación se han visto sobrecargados (ACNUR, 2023).

Ahora bien, cuando se habla de migraciones, también hay un impacto en los sistemas sociales de los países receptores. Es decir, los países receptores de refugiados y desplazados enfrentan una presión significativa en sus sistemas sociales, especialmente la atención médica, la educación y la vivienda. Por ejemplo, países como Turquía y Jordania, que han acogido a un gran número de refugiados sirios, han experimentado tensiones en sus sistemas de bienestar social. El aumento en la demanda de atención médica y servicios educativos puede sobrecargar los sistemas de salud y educación en los países receptores. Esto puede afectar la calidad de atención y educación para tanto la población local como los refugiados.

Estos países receptores pueden sufrir un importante impacto económico, pues, aunque la llegada de refugiados puede generar eventualmente un estímulo económico a largo plazo, al aumentar la demanda de bienes y servicios, también puede crear profundos desafíos inmediatos en términos de costos de asistencia y provisión de servicios. La crisis de refugiados en Europa después del inicio de la guerra en Siria ejemplifica estos desafíos económicos y sociales (BBC Mundo, 2015). El conflicto en Ucrania ha provocado el desplazamiento, tanto interno como externo, de millones de personas. Estos desplazados abandonaron sus hogares, lo que resulta en una pérdida de mano de obra y un aumento de la demanda de servicios sociales en las regiones receptoras.

No está de más decir la posible tensión social que puede generarse. La llegada de una gran cantidad de personas puede generar movimientos sociales y políticos en los países receptores, especialmente si los recursos son limitados. Esto puede dar lugar a conflictos y problemas de integración. Muchos países de Europa son buenos ejemplos de tal situación, tales como Italia, Francia, Alemania o Suecia (Sevillano, 2023).

Por supuesto que la ayuda a los migrantes y refugiados genera costos fiscales. Los gobiernos de los países receptores deben destinar recursos significativos para proporcionar asistencia humanitaria y servicios a los refugiados, lo que puede afectar las finanzas públicas y la carga fiscal.

IV. Impacto en los recursos naturales y la balanza de pagos:

Los recursos naturales también se afectan en los conflictos militares, especialmente en lo que respecta a sus precios, donde destaca el caso de los recursos energéticos, como el petróleo y el gas, que con frecuencia se afectan por las guerras. Por ejemplo, durante la Guerra del Golfo, entre 1990 y 1991, el conflicto resultó en daños a la infraestructura petrolera en Kuwait e Irak, lo que interrumpió la producción y exportación de petróleo. Esto tuvo un impacto significativo en los precios del petróleo a nivel mundial.

La gráfica siguiente muestra que, aunque hay muchos otros factores que influyen en los precios del petróleo, se han presentado importantes impactos relacionados con conflictos militares durante las últimas décadas, como los conflictos en Medio Oriente durante los años 70s, la Guerra del Golfo, los atentados a las Torres Gemelas y, más recientemente, la Guerra en Ucrania.

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Fuente: https://www.researchgate.net/figure/Figura-5-Evolucion-historica-del-precio-del-petroleo-y-su-relacion-con-eventos-mundiales_fig3_357870578

También, las guerras pueden afectar la explotación de minerales y metales, lo que tiene consecuencias económicas. Un ejemplo es la Guerra en la República Democrática del Congo, de 1998 a 2003, que involucró el control de recursos minerales valiosos, como el coltán, utilizado en la fabricación de dispositivos electrónicos.

Por supuesto que hay un impacto relevante en la agricultura y la producción de alimentos. Un ejemplo es la Guerra Civil en Sudán, de 1983 a 2005, que interrumpió la agricultura en la región, causando inseguridad alimentaria y dependencia de la ayuda alimentaria. Un ejemplo reciente es el de la producción y suministro de granos en Ucrania ante la operación militar rusa iniciada en 2022, cuando en algunos momentos se ha interrumpido la exportación de distintos productos agrícolas (BBC News, 2023).

Asimismo, hay efectos en la balanza comercial de los países, o sea, que se afectan sus exportaciones y sus importaciones. Por ejemplo, la interrupción de la producción y las exportaciones de recursos naturales afectar la balanza comercial de un país productor de dichos bienes. A su vez, es posible que este país deba aumentar las importaciones de alimentos y otros productos esenciales.

Luego, para financiar los esfuerzos de guerra, los países frecuentemente toman préstamos internacionales o emiten deuda. Esto aumenta la deuda externa y crea desafíos financieros a largo plazo. La Guerra en Irak, de 2003 a 2011, es un ejemplo en que los gastos militares contribuyeron significativamente a la deuda externa. No está de más decir que, tarde o temprano, esos gastos militares, que corresponden a un renglón del gasto público, será pagado por los contribuyentes, o sea, por medio de impuestos, o bien, inflación, como se mencionará más adelante.

Finalmente, hay que mencionar que los países que dependen en gran medida de un recurso natural específico, como el petróleo, pueden volverse más vulnerables a los shocks económicos cuando la producción se ve afectada por la guerra. La Guerra Civil en Libia (2011) provocó interrupciones en la producción de petróleo, lo que tuvo un impacto negativo en la economía del país y en su balanza comercial.

V. Inflación:

La inflación es un fenómeno económico en el que el nivel general de precios de bienes y servicios en una economía aumenta de manera sostenida y significativa. Esto puede ocurrir por varias razones, pero en algunos casos puede relacionarse con las guerras.

Así, la inflación durante la guerra puede explicarse como un shock de demanda. O sea, como un aumento de la demanda de bienes y servicios que, combinado con la interrupción de la producción, puede llevar a un desequilibrio entre la oferta y la demanda, lo que resulta en un aumento de los precios. Por ejemplo, cuando durante la guerra, los gobiernos aumentan sus gastos para financiar los esfuerzos militares, lo cual inyecta grandes cantidades de dinero en la economía. Esta demanda excesiva puede llevar a un aumento de los precios a medida que los consumidores y las empresas compiten por recursos limitados.

Cuando la guerra interrumpe la producción y la distribución de bienes y servicios, se puede provocar escasez de muchos bienes y aumentar sus precios, como ocurrió en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), lo que resultó en escasez de alimentos y productos básicos en muchas partes de Europa, lo que a su vez elevó los precios.

Recordemos que la cantidad de dinero en circulación está directamente relacionada con el nivel de precios. Así, cuando el gobierno emite grandes cantidades de dinero nuevo para financiar la guerra, provoca un aumento de la cantidad de dinero en circulación, lo que a su vez aumenta los precios. Durante las guerras, en algunas ocasiones, los gobiernos han recurrido a la emisión de dinero nuevo o al endeudamiento para financiar la guerra. Por ejemplo, durante la Guerra de Vietnam, de 1955 a 1975, los Estados Unidos financiaron gran parte de sus gastos militares a través de la emisión de dinero nuevo y el endeudamiento. Esto contribuyó a una alta inflación en la década de 1970 en los Estados Unidos.

Además, las expectativas también juegan un papel muy importante. Durante una guerra, la incertidumbre sobre el futuro económico y la estabilidad de la moneda puede llevar a las personas y las empresas a anticipar un aumento de los precios. Esto puede dar lugar a aumentos de precios “auto cumplidos” a medida que las empresas ajustan sus precios en anticipación de la inflación.

VI. Reconstrucción y ayuda internacional:

La reconstrucción después de una guerra es un proceso crucial para restaurar la estabilidad y el bienestar en las regiones afectadas por el conflicto. La comunidad internacional desempeña un papel fundamental en la provisión de ayuda financiera y recursos para la reconstrucción. Por ejemplo, después de la Segunda Guerra Mundial, el Plan Marshall proporcionó asistencia financiera y recursos para la reconstrucción de Europa occidental. Este esfuerzo de reconstrucción ayudó a revitalizar la economía europea y a crear empleo en la construcción y la manufactura.

Después de la guerra en la antigua Yugoslavia, la comunidad internacional, a través de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y otros organismos, proporcionó ayuda financiera y recursos para la reconstrucción de Bosnia y Herzegovina. Esto ayudó a restaurar la infraestructura y la economía en la región.

Aunque se destinen montos significativos a la reconstrucción de infraestructura dañada y la rehabilitación de zonas afectadas, si estos recursos se hubieran utilizado previamente para el desarrollo económico en lugar de la destrucción, se podría construir una economía más fuerte y avanzada.

VII. Cambio en la estructura económica:

Una guerra puede tener un impacto significativo y duradero en la estructura económica de un país. Esto se debe, en parte, a la reorientación de la economía hacia la industria de defensa y otros sectores relacionados durante el conflicto, o bien, al impacto a largo plazo en la fuerza de trabajo y en las regiones afectadas por las guerras.

En cuanto a las actividades productivas más afectados por los conflictos militares, señala Collier (1999, citado por González Garrido, 2017), son los sectores: “más intensivos en capital o transacciones, así como aquellos que suministran capital o transacciones. Esto es así porque, ante situaciones de riesgo, el capital huye del país y el coste de las transacciones se incrementa, al aumentar la inseguridad, deteriorarse las infraestructuras y caer la confianza, por lo que se incrementan las operaciones a corto plazo por la incertidumbre del largo plazo y el oportunismo se acrecienta. En base a estas características, los sectores más vulnerables para el autor son: construcción, transporte, distribución, finanzas y manufacturas, el sector no vulnerable es la agricultura de subsistencia y los no clasificables”.

En cuanto a la reorientación de la economía hacia la industria de defensa, puede decirse que los gobiernos suelen aumentar significativamente el gasto en defensa para financiar la adquisición de armas, equipos militares y la movilización de fuerzas armadas. Esto puede llevar a un auge en la industria de defensa, que se convierte en un pilar clave de la economía. Por ejemplo, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, la industria de defensa en Estados Unidos experimentó un auge sin precedentes. La producción de armamento y equipo militar se convirtió en una parte integral de la economía estadounidense, y empresas como Boeing y General Motors se expandieron en este sector.

Por otro lado, la movilización de personal militar y de apoyo en tiempos de guerra desvía trabajadores y profesionales altamente capacitados lejos de sectores económicos civiles. Esta fuga de talento humano puede tener un impacto negativo en la innovación y la productividad en la economía.

La inversión en tecnología militar puede conducir a avances tecnológicos que luego podrían aplicarse en sectores civiles. Esto puede, en algunos casos, dar lugar a la creación de nuevas industrias y el impulso de la innovación. Nuevamente, tomando como ejemplo la Guerra Fría, se desarrolló la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética, cuyos avances en la tecnología espacial, como la navegación por satélite y los materiales avanzados, se han utilizado posteriormente en aplicaciones civiles, desde la industria aeroespacial hasta las comunicaciones.
Ahora bien, cabe indicar que en algunas ocasiones en estos sectores también se genera una dependencia de la inversión pública, pues la inversión gubernamental se vuelve fundamental para financiar estos desarrollos tecnológicos, los diversos conflictos e, incluso, una industria alrededor de la reconstrucción de las regiones afectadas por las guerras. Así, después de la Primera Guerra Mundial, algunos países europeos, como el Reino Unido, mantuvieron una presencia significativa del gobierno en la economía, lo que llevó a un mayor papel del sector público en sectores clave, como la salud y la educación.

A modo de conclusión: La guerra vs. la paz

Aunque los efectos económicos de la guerra pueden ser altamente variables y dependen de numerosos factores, incluyendo la duración del conflicto y su alcance, son devastadores en la inmensa mayoría de los casos, tal como lo hemos señalado a lo largo de este artículo. En promedio, los países en guerra tienden a experimentar una disminución significativa en su crecimiento económico. Los estudios académicos han sugerido que, en promedio, los países en guerra pueden presentar una disminución del crecimiento económico de alrededor del 2% al 4% en comparación con los países en paz. La destrucción de infraestructura, la interrupción de la producción y la inversión, la emigración de la fuerza laboral y la incertidumbre económica son solo algunas de las causas de este estancamiento económico. El impacto de la guerra es más severo en países con conflictos prolongados y devastadores. Por ejemplo, en países como Siria y Afganistán, donde las guerras han continuado durante décadas, el crecimiento económico se ha visto gravemente afectado.

Está claro que los países en paz tienden a experimentar tasas de crecimiento económico más estables y sostenidas en comparación con aquellos en guerra. Sin la menor duda, la estabilidad política y económica favorece la inversión y el desarrollo económico. Países como Noruega, Singapur y Suiza han mantenido tasas de crecimiento económico saludables y estabilidad debido a la paz interna y la gestión económica efectiva.

Hay un elevado costo de oportunidad de los recursos empleados en la guerra, o sea, la pérdida de las oportunidades alternativas que se podrían haber aprovechado si esos recursos se hubieran destinado a otros fines más productivos y beneficiosos para la sociedad. En otras palabras, este costo de oportunidad de la guerra radica en lo que se sacrifica en términos de desarrollo económico y bienestar social cuando se canalizan recursos hacia un conflicto armado.

Así, los recursos empleados en la guerra pueden incluir no solo gastos directos en armamento y personal militar, sino también recursos humanos y financieros que podrían haberse destinado a áreas como la inversión en infraestructura, educación, salud, investigación y desarrollo, y otros sectores que impulsan el crecimiento económico y el desarrollo sostenible.

La guerra lleva a una inversión masiva en recursos en un corto plazo para fines destructivos, en lugar de invertir en el desarrollo a largo plazo, lo cual resalta la importancia de considerar alternativas a la guerra y promover la paz como un camino hacia un mayor crecimiento económico y bienestar.

Referencias:

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  • BBC News. (18 de julio de 2023). Cómo afecta a Ucrania y el mundo que Rusia no haya renovado el acuerdo para transportar granos a través del Mar Negro. Obtenido de https://www.bbc.com/mundo/articles/cv25d2yy12eo
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Leandro, Gabriel (2000). El entorno de la organización. Recuperado el 15 de junio de 2004, de http://www.auladeeconomia.com/articulos5.htm

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